Padres helicóptero e hijos sobreprotegidos

¿Cómo establecemos el límite entre proteger a nuestros hijos y sobreprotegerles? Cuando los hijos son pequeños dependen de nosotros para prácticamente todo, y en ese momento nuestra protección es necesaria. Sin embargo, la sobreprotección va más allá que la aportación de los cuidados básicos y una educación adecuada. Los padres que sobreprotegen a sus hijos- también conocidos como padres helicóptero- asumen un rol hiperprotector, toman decisiones por ellos y solucionan sus problemas. Reciben el nombre de padres helicóptero porque es como si estuvieran “sobrevolando” a sus hijos constantemente, pendientes, incluso, de las necesidades más insignificantes.  Por su parte, los hijos de los padres helicóptero dependen mucho de sus progenitores, confían mucho en su criterio y delegan en ellos para su toma de decisiones. Y aquí reside el problema, cuando la sobreprotección de los padres influye en la capacidad de su hijo para ser autosuficiente. Los hijos deben desarrollar sus propias capacidades para poder funcionar adecuadamente en el mundo.

Los padres sobreprotectores influyen en el desarrollo de sus hijos, y esta actitud tiene consecuencias negativas en ellos al impedir que, de manera progresiva, vayan asumiendo responsabilidad y tengan experiencias positivas sobre su valía, competencia y seguridad.

Consecuencias que pueden tener los hijos al tener padres helicóptero

  1. Tienen dificultad para tomar decisiones por sí mismos. Sus padres siempre han tomado decisiones por ellos, y cuando crecen, se vuelven personas indecisas.
  2. Son inseguros. Sienten que no son capaces de hacer nada por sí mismos, derivando en una baja autoestima.
  3. Dependen de otras personas constantemente y para prácticamente todo. Nunca se les ha enseñado o no han tenido experiencias suficientes para gestionar su vida, tienden a depender de otros para resolver sus problemas o tomar decisiones propias.
  4. Bajo autoconcepto y baja autoestima. Al no haber afrontado ellos mismos las situaciones complejas, no saben qué son capaces de hacer y no tienen logros propios. Del mismo modo, al sentir que no son capaces de tener iniciativa, se consideran a sí mismos como personas poco útiles.
  5. Dificultades en las habilidades sociales. Tienen miedo de tomar decisiones o tener iniciativa por si no está bien hecho o decidido y que algo malo les ocurre. Prefieren evitar problemas con los demás, pudiendo ser pasivo o sumisos.
  6. Pueden tener dificultad para tolerar la frustración. Les cuesta aceptar que, en muchas ocasiones, las cosas no salen como nos gustaría, teniendo dificultades para aceptar la realidad, reaccionando con rabia.

Si, como padres, no dejamos que nuestros hijos desarrollen sus capacidades de decisión y de enfrentarse a la vida, no sabrán qué deben hacer y qué no. Las experiencias, tanto positivas como negativas, son con las que aprendemos y crecemos como personas.

 

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