Ansiedad

Según la Sociedad Española de Psiquiatría, se estima que 1 de cada 10 personas sufre algún episodio de ansiedad en algún momento de su vida.

¿Qué es la ansiedad? 

La ansiedad es una sensación o sentimiento de inquietud, miedo y temor, siendo así una respuesta psicofisiológica de nuestro organismo ante alguna situación que consideramos amenazante. Este sentimiento puede hacer que te sientas inquieto y tenso, como por ejemplo sentirse ansioso cuando se enfrenta a una decisión difícil en el trabajo.

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Una pregunta que te puedes hacer al leer sobre la ansiedad sabiendo que es una respuesta de nuestro organismo regulada por el sistema nervioso central es: ¿es buena la ansiedad? La respuesta a esta pregunta es depende. La ansiedad nos es muy útil ante situaciones peligrosas ya que nos ayuda a reaccionar de una manera rápida y efectiva consiguiendo ponernos a salvo. También nos ayuda a optimizar nuestro rendimiento y recursos personales ante demandas inmediatas. Un ejemplo sería cuando en el trabajo tenemos que exponer un proyecto muy importante para la empresa.

Por otro lado, respondiendo a la pregunta que hemos formulado anteriormente, hay personas que activan la respuesta psicofisiológica ante una situación, lugar o persona que no es peligrosa o amenazante de forma objetiva. De este modo, la persona activa la ansiedad ante una situación que interpreta peligrosa cuando realmente no lo es desde un punto de vista objetivo. Si dicha gestión se mantiene durante un periodo de tiempo, puede acabar convirtiéndose en un trastorno de ansiedad.

En conclusión, la ansiedad por sí misma no es mala, ya que nos alerta y nos motiva para hacer frente a los peligros. Se convierte en desadaptativa cuando los episodios de ansiedad son frecuentes, intensos y aparecen sin motivo aparente, limitando a la persona en su día a día

¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?

Cada persona sufre la ansiedad de manera distinta, pero hay una serie de síntomas que son comunes y generalmente compartidos por las personas que tienen problemas con la misma, cada persona presenta también un número distinto de síntomas. Para que puedas comprobar y comparar si la estás padeciendo vamos a presentarte los más comunes:

  • Tener pensamientos o creencias de peligro inminente. Este es uno de los síntomas más comunes en la ansiedad. La persona se siente insegura y que está en peligro. Un ejemplo adaptativo sería ir conduciendo y ver que más adelante se acaban de chocar dos coches, nuestro cuerpo activa la ansiedad para optimizar nuestros recursos y ver de qué manera nos podemos poner a salvo. Un ejemplo desadaptativo sería, salir a la calle, y pensar que me puede pasar algo peligroso, que si me ocurre algo nadie va a poder ayudarme.
  • Sentirse nervioso, agitado o tenso. Es un síntoma que se mantiene constante durante un tiempo y nos hace sentir incómodos. Por ejemplo, estar en la cama antes de irnos a dormir y no paras de dar vueltas sintiéndote nervioso, agitado o tenso.
  • Aumento del ritmo cardíaco. Cuando se activa la ansiedad en nuestro cuerpo hace que se produzcan una serie de cambios físicos, uno de ellos es el aumento de las pulsaciones. De este modo nuestro organismo está preparado para realizar cualquier acción que nos aleje del peligro. Ejemplo de cómo lo puede vivir de manera inadecuada una persona con ansiedad: Una persona se siente ansiosa y siente que el corazón le va muy rápido, esta sensación le lleva a pensar que algo que le está pasando y que le puede dar un infarto.
  • Presión en el pecho y respiración acelerada. Son otros ejemplos de cambios físicos cuando se activa la ansiedad. La respiración acelerada suele ser un síntoma muy común que va de la mano con el aumento de las pulsaciones. La persona siente que le cuesta mucho coger oxígeno y lo hace de una forma exagerada constantemente. De manera inadecuada, puede pensar que le falta aire y llegar incluso a pensar que puede ahogarse.
  • Sudoración y temblores. Son más ejemplos de los síntomas físicos que produce la ansiedad en nuestro organismo.
  • Problemas de concentración. Nos pueden suceder en el entorno laboral, social, deportivo o familiar. Un ejemplo sería que estés estudiando la universidad y te cueste mucho aprenderte el temario de las asignaturas.
  • Dificultades para conciliar el sueño y con la alimentación. La persona al sentir estos cambios físicos que hemos comentado anteriormente le cuesta mucho conciliar el sueño, cosa que hace más difícil la situación. Por otro lado, la persona deja de darle la suficiente importancia a la alimentación.
  • Tener dificultades para controlar las preocupaciones. La persona no para de darle vueltas a la situación, sintiéndose cada vez peor y entrando en un bucle sin salida.

¿Qué produce la ansiedad?

Las causas de los trastornos de ansiedad en base al modelo de vulnerabilidad al estrés están asociadas tanto a predisposiciones genéticas y de aprendizaje como factores de personalidad, así como el impacto que tuvieron experiencias vividas por la persona y la posterior gestión de esta.

Algunos de estos factores que impulsan a la aparición de la ansiedad son:

  • Factores genéticos: falta bastante investigación para poder sentar las bases de los mecanismos genéticos de los trastornos de ansiedad, pero sí sabemos que hay una predisposición dada la predisposición de los hijos a padecer problemas de asociar parecidos a los progenitores.
  • Modelado, otra hipótesis es el aprendizaje que realizamos de nuestros referentes, normalmente de nuestros progenitores y personas de referencia. Por ejemplo, es habitual que, si una madre tiene miedo al desarrollo de una enfermedad, inculque este miedo a través de pensamientos, emociones y acciones en sus hijos. Como podemos ver, la línea en lo que es heredado y lo que es aprendido por modelado es muy fina.
  • Factores circunstanciales: hechos traumáticos para la persona. Un ejemplo puede ser un accidente de tráfico o un atentado que pueden acabar provocando ansiedad; en estos casos, el sentimiento de ansiedad puede desaparecer cuando concluye el problema o bien permanecer durante meses o años.
  • Consumo de estupefacientes: las drogas pueden causar ansiedad. Algunos ejemplos de ellas son las anfetaminas, el éxtasis, el LSD o incluso la cafeína.
  • Experiencias vitales significativas: son cambios vitales que no llegan a ser traumáticos. Un ejemplo de cambio vital puede ser un embarazo o incluso alteraciones en el ámbito laboral (un despido, un ascenso, etcétera) donde pueden acabar produciendo ansiedad.

¿Cuáles son las consecuencias de la ansiedad?

La ansiedad, la preocupación o los síntomas físicos provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad.

Las principales áreas afectadas son:

  • Ocio: la persona deja de ir a sitios donde se imagina que puede estar en peligro y de este modo activar la ansiedad. Es por eso por lo que dejará de realizar ciertas actividades. Lo que también impactará en su estado de ánimo. Un ejemplo sería dejar de ir al cine debido a que las aglomeraciones de gente pueden llevarte a una tensión y malestar que no te compensa.
  • Amistades: Puede suceder que la personas con ansiedad se sientan incomprendidos, que sus amigos le resten importancia o que no entiendan que le está sucediendo, lo que puede derivar en alejarse de ellos. Por otro lado, cuando tenemos una etapa de ansiedad, estamos muy centrados en el malestar que estamos viviendo por lo que descuidamos nuestras amistades, dado que el foco está hacia dentro dejando de pensar en realizar planes con ellos y cuando los realizan ellos pensar que no estás de humor para ir.
  • Familia: La ansiedad genera irritabilidad, frustración entre otras emociones, desgastando a la persona. Todas estas emociones a veces las dirigimos hacia las personas que están más cerca, nuestra familia, creando conflictos y situaciones difíciles. Se añade la frustración de nuestro familiar al vernos sufrir y no conseguir ayudarnos, lo que puede también hacer que ellos en determinados momentos, realicen comentarios inadecuados que intensifican el malestar.
  • Trabajo: La ansiedad sostenida deriva en cansancio, falta de concentración y atención, aspectos que son claves en el trabajo del día a día, por lo que puede generarnos problemas en nuestras tareas, y en nuestras relaciones tanto con compañeros como con superiores. El no poder realizar las tareas de la manera que solíamos, hace que nos sintamos con una baja autoestima laboral. Un ejemplo sería realizar tareas que antes solías hacer en una hora y actualmente te cuesta días realizarlas.
  • Desarrollo personal: Los proyectos quedan paralizados, dado que la ansiedad es muy limitante, la energía está focalizada en afrontar la ansiedad, y eso conlleva no atender aspectos importantes del desarrollo de la persona. Si es verdad que cuando una persona se pone en terapia y gestiona lo que vive, aprenderá unas herramientas que le acompañarán toda su vida y la experiencia vivida la servirá para su desarrollo personal óptimo.

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¿Cuál es el tratamiento para la ansiedad?

Para tratar la ansiedad los tratamientos que más se suelen usar son la psicoterapia, en algunos casos se requiere de psicofarmacología, siempre recomendamos pautas por psiquiatra y acompañada de terapia. Dentro de la psicoterapia queremos destacar la terapia cognitiva conductual, (con la que trabajamos nosotros) es un tipo de psicoterapia que en pocas palabras enseña diferentes formas de pensar y adaptarse, pudiendo ayudar a la persona a cómo reaccionar ante cosas que le causan miedo y ansiedad. Este tipo de psicoterapia es la más efectiva para tratar los trastornos de ansiedad.

Como hemos visto, la ansiedad tiene consecuencias en nuestro estado de ánimo y salud psicológica. Así que para el tratamiento se van a trabajar algunos aspectos que van a ayudar a reducir la ansiedad, algunos de estos aspectos son:

  • Psicoeducación: la persona necesita comprender qué es la ansiedad y cómo se mantiene. Hay muchas ideas erróneas acerca de la ansiedad que hacen que nos resulte difícil gestionarla.
  • Identificar cuáles son los mantenedores, en la terapia identificarás qué las acciones que realizas son positivas para el afrontamiento y cuáles te están poniendo la zancadilla y alimentan a tu ansiedad. Una vez identificadas, junto a tu psicólogo iréis planificando cómo eliminarla y cómo afrontarla de manera óptima.
  • En función de lo que te suceda, en terapia aprenderás herramientas para afrontar la ansiedad, como respiración, relajación, pero el terapeuta te ayudará a entender cuando es bueno practicarlo y cuando no.
  • Establecer hábitos saludables: tanto en el sueño como alimentación y el autocuidado.
  • Generar rutinas sencillas para organizarse el día: consiste en una organización del día mezclando las tareas del hogar, aficiones y deporte. Un ejemplo de afición o de sacar momentos positivos sería leer un libro.
  • Poner nuestros pensamientos ansiosos en cuarentena: se basa en racionalizar nuestras preocupaciones, viendo si el discurso a nosotros mismos nos ayuda o nos obstaculiza. Irás flexibilizando los pensamientos y esto hará que tu ansiedad también vaya disminuyendo.
  • Reconciliación con la ansiedad: como hemos explicado la ansiedad en ocasiones es adaptativa y necesaria, por lo que una parte clave será reconciliarte con esta parte de la ansiedad.
  • Una vez comiences terapia, se te facilitará documentación sobre la ansiedad para que puedas documentarte, es importante dejar de buscar información en canales no oficiales, que pueden confundirte acerca de lo que es adecuado o para la gestión de la ansiedad.

¿Cuál es el diagnóstico?

Para diagnosticar los trastornos de ansiedad, el terapeuta le preguntará sobre sus síntomas e historial psicológico y sanitario. Para el diagnóstico también se puede recurrir a algún cuestionario psicológico. En el caso de sospecha de alguna causa médica se derivará a algún médico especialista.

¿Cómo ayudar a un familiar?

No haber padecido nunca ansiedad o no haber tenido contacto con alguien que haya sido diagnosticado con la misma, nos limita nuestras opciones de ayudar a un familiar o amigo en este estado. La frustración y la confusión de no saber qué hacer en estos casos con las personas que queremos pueden contribuir negativamente en el sujeto que sufre ansiedad. Si te preguntas cómo poder aportar tu granito de arena, las siguientes medidas te orientarán e informarán sobre cómo poder ayudar a tu amigo o familiar.

Partimos de la base de que cada ser humano es diferente y no a todos les puede favorecer lo mismo. Pero, teniendo en cuenta los factores comunes, el primer paso a seguir es informarse sobre la ansiedad y cómo puede influir en alguien que no seamos nosotros mismos. Nuestras fuentes de información pueden ser tanto nuestro propio amigo o familiar, como textos o artículos especializados en la ansiedad.

Debemos expresar nuestra preocupación de manera que la persona se sienta segura y protegida. Darle la confianza necesaria para intentar transmitir que estamos ahí para ellos y que lo que queremos es que estén sanos y felices.

Es importante evitar que la persona se sienta culpable de su estado. La ansiedad se percibe como incontrolable, y uno no puede simplemente querer “quitársela”. Para ello, intentaremos estimular y generar expectativas realistas que puedan ir abriendo camino a la solución del problema.
Por otro lado, es de gran ayuda intentar proporcionarles tanto apoyo social como profesional. No debemos saturarlos o sobre exigirles, pero sí hacerlos sentir respaldados. Estar a su lado al enfrentarse a las situaciones que teme, reforzando y reconociendo cada parte del progreso. A esto debemos añadir la búsqueda de ayuda profesional como nosotros, que contamos con las herramientas necesarias para tratar a pacientes con ansiedad.

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